Ella


Mateo Cabral  "El tipo de la ventana"

Mateo Cabral
«El tipo de la ventana»

Ella.

En esto de escribir…Se me da. ¿Vio?
Estoy solo, a oscuras, y de pronto ella me chista.Insistente.
Mi birome.
Eso es. Mi bolígrafo, lapicera o como quieran llamarla.
Por supuesto siempre hay otra en el banco de suplente.
¿Que ya no se usa? ?Que Mateo está pasado de moda?
No soy tan tozudo.
Hace un par de años, cambié mi vieja pc. Por una notebook, despues una netbook,le siguió una tablet, un ipad, un teléfono 3 g o 4 .
Es decir intenté todo para no ser un viejo sentado en la ventana
No pude. Le tengo un cariño bárbaro.
Ella solita escribe, delira,redacta, hace preguntas.
Se lanza en una espiral maravillosa y se sumerge en la hoja en blanco.
Es alérgica.
Sí, a la moda.
Una vez tuvo enfrente a un parker con la puntita de oro y lo rechazó.
Mira de reojo el teclado y le gruñe solapadamente.
Aveces la noto reacia, se niega a tener musas.O no las escucha.
Por momentos también la noto cansada.
Pero que voy a hacer sin ella? Si se jubila, acá planto todo.
No escribo más.

MC «El tipo de la ventana»

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Pronóstico del tiempo ·»El tipo de la ventana»·


Mateo Cabral  "El tipo de la ventana"

Mateo Cabral
«El tipo de la ventana»

40 grados.
Eso marca mi termómetro y lo asevera un gallito de vidrio que cambia de color según esté frío o caluroso el ambiente.Nunca llegué a tener un barómetro.
Pero algo me dice que está muy húmedo;en realidad me lo dicen las rodillas, el sacro y todos los huesos de mi viejo esqueleto.
Cuando vivía en un barrio suburbano,allá por mi niñez,teníamos nuestra predictora de turno.
Las 24 horas del día. Era infalible.Así como el papa y los dogmas. Era certera.
Salía a la vereda oteaba el horizonte y te daba su veredicto.
A los chiquilines nos parecía una bruja -de las verdaderas-
Vivía en una casa con vocación de tapera.
Entre árboles centenarios, yuyos e hierbas que lo cubrían todo;estaba doña Chela.
Cuando jugábamos en la calle-todos los días-,siempre nos devolvió las pelotas que caían en su patio
Sabía de todo y “el tiempo” era su especialidad.
Con su espalda encorvada, el cuerpo flaco y arrugado y su sempiterno delantal se apostaba en la puerta de su casa.Miraba hacia un lado y hacia el otro.
Enfocaba su mirada lacrimosa y senil hacia el cerro de Montevideo,fruncía su gran nariz.
-Va a llover-
-Mucha calor mañana
-Viene tormenta
Los vecinos recurrían a ella:doña Chela tengo que hacer unos mandados ¿lloverá?
-No, hoy no
Y así era.
Nunca se equivocó en el pronóstico.
Mientras vivió fue nuestro centro de meteorología.
Ninguno se atrevió a entrar en su casa ,dicen que hablaba con los espíritus y espantaba a los fantasmas.
Hacía gualichos inexplicables los martes y jueves alrededor de su vivienda.
La mirábamos callados-con reverencia y miedo- caminar ovillada,con un trapito negro en sus manos huesudas.
Recitaba en voz baja un mantra indescifrable.
Por un momento dejábamos el juego, y la saludábamos en voz baja.
Queda de ella y sus historias una palmera.
Tiene ciento treinta años.
Cuando se vaya se irán con ella sus secretos…

M.C

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