El ciudadano Orson Welles
El cine un trabajo de equipo
Por Alberto Postiglioni.
El primero de mayo de 1941 se estrenaba en EE.UU. “El ciudadano” (Citizen Kane). Dentro de muy poco se cumplirán setenta y tres años del nacimiento de uno de los grandes films de la historia del cine.
Vamos a recordar la iniciación de esta obra maestra que tuvo en Orson Welles su gran creador. Sin embargo, la película demuestra que el cine es un trabajo de equipo aunque es de Welles la idea original y el organizador de todo el proyecto, hubo otras personas que contribuyeron al excelente resultado.
Todo comienza en 1938 cuando un joven de 23 años llamado Orson Welles junto a actores de su compañía teatral Mercury realizan una adaptación de “La guerra de los mudos” de H.G. Wells en la cadena radial CBS. La esplendida voz de Welles relatando con tal realismo la invasión en Nueva Jersey de extraterrestres provoco el pánico en mucha gente que se lo creyó, inclusive saliendo de sus casas pidiendo ayuda y protección a las autoridades. Es oportuno recordar la situación de buena parte del mundo en esa época, para que ello pasara; la guerra civil española a través de relatos llegaba a los ciudadanos estadounidenses, Hitler amenazaba con invasiones a varios países europeos, la Italia de Mussolini y Japón estaban dispuestos a ayudarlo y el temor de una guerra mundial con intervención de los EE.UU. que finalmente ocurrió era inminente. Ante ese panorama la sensibilidad estaba expuesta y la narración de Welles daba miedo.
Un joven inteligente
Hollywood atento a todo acontecimiento que pueda aportar ganancia vio en Orson Welles la posibilidad que su talento les podía ser de suma utilidad y así fue: el productor, George J. Schaefer de la compañía RKO, contrato al joven por una importante cifra 225 mil dólares por dos películas y, aquí viene lo más extraordinario, con absoluta libertad de creación respetando su decisión en tema desarrollo y final del relato cinematográfico. Lo que ellos no previeron era lo peligroso que podía ser todo ello en manos y sobretodo cabeza de Welles. Claro, peligroso para lo redituable que RKO esperaba, más adelante sabremos porque.
Orson Welles tenía una idea sobre un magnate de la prensa que en principio se iba a titular “Americano”, después como todos sabemos se llamó “El ciudadano” inspirado en la figura de un poderoso real: William Randolph Hearst. Por otro lado, éste se enojo mucho cuando se entero que su privacidad quedaba expuesta en la película.
Para escribir el guión Welles, que no tenía experiencia en lenguaje cinematográfico y si influencias que le sirvieron, él mismo comentaba que la mayor fue del maestro John Ford que vio muchas veces “La diligencia”, además del expresionismo alemán. Pidió a Herman J. Mankiewicz (periodista, escritor, dramaturgo y crítico de Broadway, desde los años 20 estaba instalado en Hollywood) que le ayudara. Así sobre la idea de Welles, Mankiewicz (en ese entonces estaba en quietud se había quebrado una pierna) escribe el famoso guión por 500 dólares semanales.
En los créditos de la película figura: Welles y Mankiewicz, guionistas, John Houseman (cofundador del Teatro Mercury) supervisor, dicen que en realidad cuido a Mankiewicz para que no se emborrachara mientras escribía y Amalia Kent como script, pero también era especialista en depurar guiones sacando excesos literarios, entre otros, ajustándolos al presupuesto y las necesidades del rodaje. Esta parte del film, el guión, fue la que más discusiones llevó entre los que decían que Welles lo había escrito y los que lo negaban. Entre estos últimos está la periodista Pauline Kael (crítica de cine del The New Yorker) autora del libro “Raising Kane” donde realiza un cuestionamiento de la labor de Welles, empero y a pesar de lo dicho en el libro el merito enorme fue la inteligente capacidad de Welles para elegir un equipo que materializara su idea original, además de los nombrados: Perry Ferguson (director artístico) Robert Wise en el montaje y Gregg Toland en la fotografía que permitió los encuadres, la profundidad de campo de algunas escenas memorables. Por supuesto el elenco, entre otros, Joseph Cotten, Dorothy Comingore, Agnes Moorehead, Ruth Warrick, Everestt Sloane Erskine Sanford y William Alland, que le dan credibilidad a la historia.
Rosebud y la polémica
Desde el comienzo la película provoco polémica. En primer lugar por las amenazas de William Randolph Hearst, en la ficción Charles Foster Kane (interpretado por el mismo Welles) que amenazo en dar una mala publicidad del film en sus periódicos además de dar a conocer aspectos sórdidos de personalidades conocidas del ambiente de cine de Hollywood. Algunos allegados al magnate decían que una de las cosas que más lo molesto fue la palabra “Rosebud” que pronuncia Kane al morir y que son motivo de la investigación periodística del relato. Parece que esa palabra era la que Hearst le daba al sexo de su amante la actriz Marion Davis. Cómo Welles se entero de esas intimidades es una buena pregunta de difícil respuesta.
Ante tamaño escándalo la gente concurrió al estreno, pero no entendió la propuesta de Welles la manera de contar una historia con sutilezas narrativas y de fotografías, flahsbacks que llevan del presente al pasado volviendo aquel. El comienzo con la muerte del personaje principal y del lecho del moribundo se construye su vida en base de otros personajes, es decir el final es el principio del relato. Los espectadores de los años 40 no estaban acostumbrados a manejar las sugerencias que Welles les ofrecía en un formato, el cine, habituados a relatos lineales, dramas o comedias, pero siguiendo una cronología sin alteraciones. Resultado la película no tuvo la recaudación esperada por RKO. Eso se notaria en la segunda película “Soberbia” de los 132 minutos iníciales la empresa y productores la redujeron a 88 minutos. Desde entonces Orson Welles no gozo del beneficio de los grandes de Hollywood.
La crítica sí advirtió los aportes visuales y narrativos de una obra mayor y estaban en lo cierto a más de setenta años de su estreno se habla, discute y se la ve(el caso de este cronista) muchas veces y cada vez se encuentran detalles para comentar.
Alberto Postiglioni