Día de papel


Bruno Traversa

Bruno Traversa

Un día de lo mas normal mis dueños me hacían avanzar, doloridos como siempre,  pisando los cordones marrones me devolvían al hogar. Ellos siempre decidieron antes que el cerebro, me han llevado a lugares en los que jamás imaginé estar, mas de una vez me he preguntado ¿que estoy haciendo acá? pero bueno ellos lo hacen, confío.
La tarde londinense entre nieblas y lloviznas no me hacían pensar mas que en el almuerzo. La esquina estaba tan concurrida como si fuera Wall Street. En la puerta del juzgado, las familias discutían casi sin parar para respirar mientras los abogados se relamían anotando en su agenda. La parada del ómnibus, ese lugar donde tantas horas se consumen esperando, después de todo la vida es eso, esperar, vaya uno a saber que esperan ustedes, yo, esperaba el 125. Lo veo, puntual, avanzando como contorneando la cintura, al mejor estilo de una corre-caminata, le hago señas, estaciona pero antes dejo subir a los demás. No, ¡no puede ser!, suben todos, familia, abogados, una anciana y su bastón a la que nadie le dio el ok para subir primero. Voy desconectado del mundo, en mis auriculares suena un tema de «Marea» que dice algo así como «tiene en los ojos girasoles…» , mientras subo los tres escalones pienso en que una vez mas viajaré parado, le doy al chofer monedas transpiradas, nadie lo nota, ni el ni yo, pero mi puño que las apretaba hace largo rato si lo sabe.

Miro el pasillo y ya todos están ubicados como esperando la función, «no señores, no les voy a vender nada sigan en lo suyo je», (imagino eso) en realidad siguen discutiendo. La señora mayor se acomoda entre bolsas y el bastón, increíblemente hay un asiento para mi en el medio de ese mundo. Tomo asiento, mis ojos llenos de sueño, cansados, mis manos se juntan, hacen algo como por inercia, doblan el boleto , una, dos, tres… pierdo la cuenta. La música suena mas fuerte de lo normal en mis oídos ¿acaso ya no venia al máximo? De pronto el sonido se vuelve insoportable, como si se tratara de una mala grabación, ¡no puedo mas!, bajo la cabeza para buscar el celular y…¿que es eso? mi mano izquierda está entre abierta, hay algo muy pequeño en ella, ¿una paloma de papel? ¿eh? , ¿de donde salió? ¿del bolet..? . Aletea, mueve su cabeza como desperezándose, cierro el puño rápidamente, estoy sudando, creo que preciso un psiquiatra, abro y ¡sigue ahí! aletea de nuevo, levanta vuelo… el ómnibus no es el mismo, ya no hay abogados, ni agendas y las familias son otras. Una hermosa mujer le cuenta una historia de amor a su hija, la de siempre el príncipe azul y la señorita de pueblo. La anciana es la única que sigue ahí, luchando con sus bolsas y el bastón al que usa hasta para acomodarse un centimetro mas  o uno menos en el asiento. Mi paloma de papel, diminuta, con su cuerpo capicua recorre cada rincón. Parece querer mostrarme que aprendió a volar, se acerca a mi mejilla y da una increíble pirueta en el aire como dándome las gracias y va. Rumbo al millar de arrugas, surca de lado a lado por entre las canas de la Sra. mayor , queda suspendida en el aire justo delante de su rostro, mil aleteos por segundos como emulando a un colibrí, de pronto…¡zas! se mete por una de las fosas nasales de la anciana que parece no enterarse, pasan los segundos y vuelvo a pensar que todo fue irreal. Pero de golpe sale con toda prisa por la otra fosa, en forma de espiral, un espiral casi infinito que tiene el destino de mi mano que aún sigue abierta, sorprendida. Bajo la cabeza y ahí esta…el boleto de papel capicua. No puede ser ¿y la paloma? ¿a donde fue?.

La anciana se levanta de pronto sin la ayuda del bastón que deja olvidado, pienso en avisarle pero no creo que lo vuelva a precisar. Hoy decidí que seria otro día de Paz.

Bruno Traversa

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La Mejor Orquesta de la Historia.


Bruno Traversa

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Fruto de la relación entre los obreros de la industria textil Albion y Elizabeth, nacía en Junio de 1878 en la localidad de Colne, Wallace Henry Hartley.

Pasó la infancia en contacto directo con la música desde sus primeros días ya que su padre integraba el coro de la capilla Bethel de Colne. Las clases de música lo acompañaron durante toda la edad escolar. Un incendio en la fabrica textil llevó a su padre Albion a buscar un nuevo empleo como corredor de seguros, motivo por el cual se acrecentó la
economía familiar.

En 1885 la familia se trasladó a Hudderdfield lugar donde Wallace tendría su «despegue» pasando a integrar la Orquesta Filarmonica de la localidad.

En 1903, Wallace se muda a la costa este de Inglaterra, lugar donde consigue pasar a ser el primer violín de la Orquesta Municipal.

Durante 1909 trabajó como violinista a bordo del transatlántico «Lucania» hasta que un año después le ofrecen un puesto de «Bandmaster» en el «Mauritania», el mejor barco de la época.

Nuestro personaje conoce a una hermosa mujer llamada Marie Robinson de quien se enamora perdidamente y con quien se compromete en 1910. Ese día, como regalo de compromiso de su amada,  recibe un violín grabado “Para Wally, por nuestro compromiso”.

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Una tarde de 1912,  a Wallace le ofrecen el mismo puesto para un lugar imposible de rechazar, el barco mas impresionante para aquella fecha, el RMS Titanic de la White Star Line. Motivo por el cual la boda con Marie se celebraría a su regreso.

La famosa orquesta estaba conformada por 8 músicos: Wallace H. Hartley, de Dewsbury, director de la banda. Roger Bricoux, el chelista. Fred Clarke, de Liverpool. P.C. Taylor, de Clapham. G. Krins, de Brixton. Theodore Brailey, de Notting Hill. Jock Hume, de Dumfries y J.W. Woodward, de Headington, Oxon.

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El 14 de abril de 1912 a las 23:40hs Wallace tendría el trabajo mas difícil de su vida, intentar calmar a 3819 personas. Por este hecho seguramente, aquella humilde Orquesta sea la mejor de la historia. La Wallace Hartley Band permaneció sonando sin parar durante el hundimiento del Titanic llevando a cabo un recital de dos horas veinte minutos en donde la melodía que mas se repetía era «Nearer, my God, to Thee» (Mas Cerca, Oh Dios de Ti). Ninguno de los integrantes sobrevivió al naufragio.

El cuerpo de Hartley fue recuperado 10 días después del hundimiento, el violín estaba dentro de un estuche de cuero que estaba atado a su cuerpo. El instrumento volvió a manos de Marie Robinson hasta su fallecimiento, luego
fue a parar al Ejército de Salvación donde permaneció en manos de un dueño anónimo.

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Su funeral en Inglaterra contó con la presencia de miles de personas. A pesar de ser considerado como un héroe en su país, la naviera White Star Line le cobró a su familia por el coste de la pérdida de su uniforme.

El instrumento se había dado por perdido, pero fue hallado en el ático de una casa en el año 2006 y sometido a pruebas que han demostrado que es auténtico.

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A excepción de dos grandes grietas, causadas por la humedad, el instrumento y su estuche se encuentran en perfecto estado, aunque solo conserva dos cuerdas.

El trágico instrumento fue adquirido en el 2013 por un coleccionista británico en 1,050,030 libras (1.24 millones de euros/1.45 millones de dólares). Estaba valorado en unas 300,000 libras.

 

Bruno Traversa

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Relato de mi infancia… para que logren comprender.


Bruno Traversa

Bruno Traversa

 

«Somos nuestra infancia» «La memoria se fija en la niñez y nos da identidad: lo primero que se aprende es lo último que se olvida»

Gracias a aquella frase comencé a nadar de espalda sobre el mar cálido de mi memoria y recorrí diferentes sectores de mi niñez. ¡Hermoso! Realmente una experiencia muy bonita. Pero… se, siempre hay un pero. ¿Que pasa cuando una foto te hace repetir el viaje?.

Fin de año, la fiesta de mi jardín «Sagrado Corazón de Jesús» en DockSud. Como siempre  la propuesta era asistir disfrazados (hijos y padres audaces que se animaran) y todos juntos desfilar por el barrio. Claro, todos aquellos que conocen a mi vieja se imaginaran que ella (como no podía ser de otra manera) ¡se disfrazó!.  Esa vez, fue de abuelita, muy linda, cariñosa y divertida. Pero previo a todo eso faltaba mi disfraz. Un niño, de jardín, ¿con que podía soñar? en aquel tiempo los dibujitos que se veían al regresar a casa eran los Thundercats. En los recreos, en el arenero, mis amigos (Martin, Claudio, Maxi, Patricio etc) dejaban que yo llegara al gran cofre de madera primero para que agarrara la pala mas grande de todas, una verde, que se transformaba en la espada de Leono, el protagonista de los thundercats. Mínimo, una vez en mi vida merecía ser Leono en el desfile de fin de año, por merito, insistencia, etc. Pero al parecer mamá tenía otros planes para mi y no seria la única vez.

El hombre murciélago por aquel momento estaba en auge absoluto, Michael Keaton junto a Jack Nicholson y la hermosa Kim Basinger habían estrenado una de las mejores Batman al momento (sino la mejor). Por otro lado superman venia alimentando el sueño de volar desde antes del 80. ¡Claaaro! ¿como no pensé antes? seguramente ella me estaba preparando un espectacular traje de Batman, o porque no de Superman, ¡excelente! ¡seria excelente!

La tarde anterior mi vieja llegó velozmente del trabajo con una cartulina naranja y papel crepé verde debajo del brazo. ¿Los calzoncillos de Superman eran naranja? ¿Batman había cambiado algo? bueno, a no desesperar, las madres todo lo saben y confiaría en ella hasta el último momento, después de todo el traje de «Acuamán» podía andar bien, ella no conocía los Thundercats así que otro año que se esfumaba mi idea. Lo que si tenia claro era que la camiseta de Newells no lleva color naranja, así que desfilar de futbolista… quedaba descartado.

En minutos destrozó la cartulina naranja en una especie de triángulos y guardó todo para el otro día, no me contó nada. ¡Que grande mi vieja con una sorpresa hasta el último momento! La incertidumbre era tal que apenas pude conciliar el sueño, quede imaginando durante horas la caminata de aquel superheroe al que todo el barrio saludaría.

Al otro día…¿quien diría no? algo que me quedaría para siempre grabado en la memoria, una imagen con la que tendría que cargar por siempre, álbumes en casa de mis compañeritos preguntándose una y otra vez mientras reían ¿Y este quien es?

Realmente no se como redactar esta parte, creo que lo mejor…es ver la foto y vean también mis compañeros atrás (Batman, Ninjas, Dracula etc ) que me miran sin lograr entender.

«Somos nuestra infancia» «La memoria se fija en la niñez y nos da identidad»

¿yo? si… Un Zanahoria Bárbaro!

Bruno Traversa

Bruno Traversa disfrazado de Zanahoria.

Bruno Traversa disfrazado de Zanahoria.

¿Puede alguien vivir e intentar la felicidad desde un basurero? Si.


Bruno Traversa

Bruno Traversa

Beethoven, Mozart, Frank Sinatra, The Beatles, cumbias, polkas forman parte de esa felicidad que nace en Paraguay y recorre el mundo. Algunos (si escucharon hablar de el tema) pueden descubrir rápidamente de que se trata la nota de hoy. Cateura. Esa zona construida sobre un vertedero, al sur de Asunción, y donde aproximadamente 25 mil personas viven de reciclar desperdicios. El vertedero funciona hace unos 30 años, lugar donde llegan unos 500 mil kilos por día de basura, lo increíble es que se encuentra en un lugar densamente poblado y a orillas del río Paraguay, una belleza natural de inmenso valor ambiental y ecológico.

Cateura

Cateura

Cinco años atrás, al maestro de nacionalidad Argentina Favio Chavez, se le ocurrió una idea para mantener a los niños que viven en los alrededores de Cateura alejados de las drogas y pandillas, enseñarles música. Pasaron los días y el entusiasmo de los niños y jóvenes hizo que Favio ideara algo que les cambiaría la vida para siempre, una idea, una “Orquesta Reciclada”. Con el apoyo de los habitantes que se ganan la vida reciclando, lograron obtener la basura adecuada para confeccionar los instrumentos. Uno de ellos, Nicolàs Gomèz, hoy cuenta con su taller propio. “yo no pensaba antes que podía hacer un instrumento, me siento demasiado feliz cuando veo a un niño que está tocando un violín de reciclados” dice.

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Chelos con bidones metálicos, guitarras de lata, saxos realizados con tubos galvanizados utilizados en los canales de las casas, son algunos de los instrumentos que tiene esta orquesta.
“Este chelo está hecho de unas latas de aceite, con madera tirada en la basura y las clavijas son de una vieja cuchara para golpear las carnes y hacer el chokis” cuenta Juan Manuel Chávez, el chelista.

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Esta orquesta es la primera experiencia del proyecto “Sonidos de la Tierra”. Un programa de transformación e integración social-comunitaria que utiliza la música para formar buenos ciudadanos y reducir la pobreza.

Su Misión :“El joven que durante el día interpreta a Mozart por las noches no romperá vidrieras.” Luis Szarán. Trabajar por el desarrollo humano sostenible y la construcción de ciudadanía, utilizando herramientas innovadoras para fortalecer la capacidad de aprender y organizarse de personas y grupos que buscan mejorar sus condiciones de vida.

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Favio Chávez, director y profesor de la Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura, rescata que el proyecto ha significado un cambio de mentalidad porque ahora “la gente se da cuenta que no tenemos que tirar la basura muy fácilmente, y que no tenemos que desechar a las personas muy fácilmente”.

La agrupación denominada Orquesta de Instrumentos Reciclados de Cateura comenzó a hacer presentaciones luego de un intenso trabajo comunitario, realizando incluso recitales en el extranjero, donde destaca a fines del año 2012 un concierto en el Museo de Instrumentos Musicales de Phoenix, Arizona, Estados Unidos. Aunque la propuesta mas hermosa que han recibido es la de “telonear” a la banda METALLICA en su gira por latinoamerica.
El 5 de enero pasado, los niños y jóvenes del populoso barrio de Asunción se presentaron en el Auditorio Nacional de Madrid, en un concierto benéfico presidido por la Reina Sofía.

Director: Favio Chávez
Violinistas: Tania Vera, Ada Maribel Ríos, María Ríos, Nathalia Domínguez, Marcio Weber, María de los Ángeles Rodríguez.
Chelo: Yenni Gamarra, Valencia Báez, Noelia Ríos, Víctor Cáceres, Brandon Cobone.
Flautista: Oscar Molinas, Rocío Riveros.
Saxofonista: Christian Molinas, Ángel Riveros, Tomas Lecourt.
Trompetista: Cristian Agüero, Juan José Martínez.
Percusión: Esteban Irrazabal, Luis Bogado, Luis Sánchez.

Queda mas que claro, como dijo Friedrich Nietzsche «Sin música la vida sería un error.»

Bruno Traversa

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Colchonero, rey de bastos , caradura o polizón


Mateo Cabral  "El tipo de la ventana"

Mateo Cabral
«El tipo de la ventana»

Prendo la radio, preparo un mate bien criollo. De yerba fuerte, agua hirviendo y con una montañita. Inserto artesanalmente la bombilla. Esta es lo único que me queda de uno de mis bisabuelos . La heredé en un reparto de bienes rápido: mis tías llorando y revolviendo el rancho antes que llegaran los otros deudos o herederos de lo poquito que dejó en el mundo.
Esta bombilla es de plata-no sé como se les pasó y vino a parar a mis manos- estaban apuradas claro; no para velar al difunto, sino para irse raudamente sin saludar y con su botín : botas de cuero lustradas, un cuchillo con funda plateada y cincelado a mano, un poncho enorme de lana vasta,algo roído en las puntas .
-Servirá de cobija,murmuró la mas vieja de las dos.
Y una biblia. Cosa rara. El abuelo -bis- era según decía ateo. No creía en nada. Sólo en la fuerza de sus manos, en su machete para despejar el monte y en su acertada puntería para comer todos los días. Apenas salía de entre la espesa flora indígena y sus pantanos. Sólo una vez al mes para comprar tabaco, una caña, yerba y poquito más. Se mantenía alejado del pueblo y de sus habitantes. No los quería. Ni a su familia-comentaban las malas mentas-. La tuvo porque todo buen cristiano debe cumplir con su deber , dejar un hijo. El como bajaba poco al poblado dejó unos cinco, entre ellos mi abuelo.
Cada vez que dejaba el monte, acomodaba en la puerta del rancho algunos víveres, alguna mulita, y desaparecía…
La presencia o la ausencia de él dejó de notarse con los años. Salió definitivamente de entre los espinillos, arrayanes, coronillas y talas para morirse.
Cuando llegó- enfermo y sin fuerzas- ya en el rancho no vivía nadie. Se habían ido o se habían muerto sin avisarle.
Qué importa.
Se acostó en el único catre que quedaba , acomodó un poquito el colchón de lana , y emitió su último suspiro.
Cosa de mandinga, pero sus parientes se enteraron inmediatamente, y procedieron a despojarlo tanto como él se había divorciado de sus vidas.
El colchón de lana se lo regalaron a un gurí que se encargaba de cardarlos, dejarlos relucientes y volver a venderlos. Sería en unos años el colchonero del pueblo.
¡La pucha! Esta bombilla activó mi memoria hasta tiempos perdidos en ella y hasta reactivó un oficio hace muchos años olvidado…

Mateo Cabral

Nota: -A los colchoneros les llamaban e iban por casa llevando su «cardadora» que era como un banco de madera largo, sobre el que tenía una media luna también de madera pero llena de clavos doblados. Desarmaban los colchones de lana, y la «cardaban» metiéndola debajo de esta media luna que balanceaban adelante y atrás. Después armaban de nuevo los colchones que quedaban enormes.Este trabajo se hacia normalmente cada dos años.

La lana que se utilizaba para los colchones era la misma que se sacaba y se vareaba, ya que la lana puede durar 100 años si está bien cuidada, pero hacia falta rellenar los colchones cada vez que se hacia este trabajo de limpieza con dos kilos de lana aproximadamente. Ambos elementos de la “cardadora” poseían clavos permitiendo el cardado de la lana al despegar las fibras aplastadas o pegoteadas por acción del tiempo o por líquidos que de una u otra forma, habían penetrado en el colchón. La finalidad era restaurar la consistencia óptima para lograr un buen descanso. Después de un cierto tiempo de uso, la lana se amontonaba conformando una superficie despareja, irregular, en la que para acomodar la osamenta era necesario recurrir a juegos de malabarismo. Esa búsqueda del sitio y la posición adecuadas era una tarea a cumplir diariamente, la mayoría de las veces coronadas por el fracaso.Esa era la razón de la convocatoria del colchonero que durante varias horas, a medida que progresaba en su trabajo, quedaba envuelto en una nube de tierra y fibras de lana que cubrían todo el patio. Después de varias operaciones de cardado, era increíble comprobar la cantidad de tierra y abrojos esparcidos por todas partes.

El armado del colchón se llevaba a cabo en dos caballetes sobre los cuales se colocaba un enrejado de madera de mayor tamaño que el colchón. Una vez que la lana retomaba su aspecto natural, mediante el empleo de dos enormes agujas enhebradas con piolín, cada 15 o 20 centímetros, colocaba unos trozos de género en ambas superficies los cuales unía tensándolos y ajustando la lana lo que proporcionaba un aspecto mullido al colchón. No faltaba oportunidad en la que algún abrojo quedara mezclado con la lana y en algún momento hiciera su punzante aparición, lo que obligaba a llamar nuevamente al colchonero para que abriera la tela y eliminara la molestia.

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Reiki y Pajaritos


Bruno Traversa

Bruno Traversa

Cruzar la avenida por el medio trazando una diagonal perfecta que me lleve a la bocacalle que precisaba transitar.  De esa manera abandoné la radio en el día de ayer.  Apurado. Tenia que estar al otro lado de la ciudad antes de las 15hs, eran 14:13.

A Media cuadra de mi veo al bus estacionado, debía que correr si quería alcanzarlo y llegar en hora a la cita. Mientras mis rodillas sentían el impacto al trote, la mochila se refregaba en mi espalda sin parar. El bus a 10 metros , el chofer que posa sus ojos observando la carrera e inmediatamente gira su cabeza hacia el otro lado a la vez que presiona el acelerador… se va.
Los quince minutos siguientes no podía parar de insultar al tipo para mis adentros, en medio de aquellos pensamientos, de ideas como la de tomar un taxi, alcanzarlo insultarlo o tomar el número del coche y realizarle una denuncia o chocarlo con un camión Scania, se mezclaba la frase que Laura me había dicho horas antes de que comenzara la pelea de Maidana con Mayweather, «No entiendo como te gusta el boxeo si vos sos todo reiki y pajaritos». Los pajaritos, acababa de atropellarlos el chofer de la linea 125.
Es increíble como en la espera uno no puede parar de ser aún mas negativo «seguro el próximo viene hasta las pelotas de gente».  Pero no, el bus llegó y como este chofer no tenia la culpa de nada,  salude con un «buenas tardes, boleto común por favor» y pagué con $20 a lo que el chofer murmuro
– Te faltan $2…
atiné a decirle -uh perdón, lo que pasa es que corrí y el hdp de tu colega y y y … nah, en realidad no dije nada.
Para mi alegría el bus estaba a medio llenar, aún quedaban asientos vacíos. Me senté junto a una señora que al parecer se coloca los auriculares de una forma que ya había visto en alguien, si, en mi vieja, como en punta, difícil de explicar.
El viaje transcurría normalmente, al llegar al paso molino quedó repleto o casi. Las ventanas cerradas, pero la llevaba bastante bien aunque algo nervioso por la cita. Una vez en la zona de la teja subió un vendedor ambulante de caramelos. Sus gritos rebotaban en todas las direcciones «tres sabores de pastillas…» no recuerdo su versito, lo que si recuerdo es que le era muy difícil abrirse paso hacia el fondo, pero fue y volvió, no vendió un solo paquete. En su retorno decidió pararse a mi lado, mientras atravesamos el puente del Cerro el vendedor se quedó inmóvil, como si formara parte de la barrera en un tiro libre, ambas manos cubrían sus genitales, el, llevaba la mirada perdida mas allá de la ventana, mi curiosidad pudo mas y perdí la mía también. Las pequeñas barcas de color naranja estaban prontas para un día de pesca, la llama de Ancap por detrás flameaba como siempre, la tarde era perfecta, el sol rebotaba en el agua y hacia olvidar a cualquiera la suciedad que tenia.  -¡Aaaahhhhh! – en una mezcla de susurro y alivio el vendedor había dicho. Pensé en lo difícil que es ser vendedor de ómnibus y como una persona puede frenar su mundo y perderse al menos un instante en una hermosa postal hasta llegar a suspirar. El tipo seguía ahí, como disfrutando los últimos segundos del puente, hasta que de pronto dijo a viva voz :
-Bueno, me tiré un pedito.
«Sin temor a equivocarme» aseguro que la frase quedó resonando en las narices de los pasajeros y yo pensando en que evidentemente aún creo en reiki y pajaritos…
Bruno Traversa
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