Mosca de bar
No paraba de sonar en mi cabeza el tema de 2 minutos “mosca de bar” mientras escribía esta nota. Aquella introducción de Symns me retumbo desde que la oí por primera vez y hasta el día de hoy me describen de una manera exquisita la relación filosófica y real entre vida y bar.
Háblame de cultura de bar y decime que es para vos. Los bares en Barcelona son los lugares donde la gente vive gran parte de su vida cotidiana. Existe una pulsión entre el dinamismo que adquiere una ciudad y el ritmo que le imponen sus habitantes.
Los Bares son testigos silenciosos (a veces) de lo que nos deja esta contradicción.
No me ánimo a contar pero no les miento si les digo que mínimo debe de haber uno o dos por cuadra, -y si te vas para el centro deja de contar-. Van desde los más tradicionales con su clásico “gallego” vendiendo detrás del mostrar hasta los de la clase gran invasión china. ¿La diferencia entre unos y otros? Casi que no la hay, recuerden que las grandes ciudades son sinónimo de grandes cantidades de consumo y a los borrachos los mismo le da tomar una aquí o allá.
De hecho es tanta la cantidad de bares que hay que unos de mis despertadores – que no falla- es la persiana del bar que está en la esquina. Y si es por empezar temprano la jornada los bares abren antes que los supermercados así que el café de desayuno y sus variedades en el bar lo puedes tomar. A veces sí que el ritmo de esta ciudad me sorprende, a la media mañana ya hay luz verde para volver al bar. La razón es sencilla hay que reforzar ese desayuno con los bocatas.
Las charlas matinales dentro de un bar son las clásicas referidas a las noticias, lo mal que va el país, lo hijo de puta que es Rajoy, el barça y el clima. Un expreso y otra vez a la rutina.
Los bares de los barrios llevan un ritmo más lento, al igual que el de sus vecinos con bastones. Así que por mero entretenimiento los abuelos se pueden pasar una mañana entera adentro.En mi caso voy al bar al mediodía, leo el diario mientras me tomo una birra y veo al pasar a ese que entre los mandados para el almuerzo se toma una cañita. Al igual que la cantidad de bares existen diferentes medidas para tomar cerveza, el quinto, la caña, mediana y clara. Esta última lleva un poco de jugo de limón. La última vez que fui un grupo de viejos se disputaba los tantos en la partida de dominó.
Luego de la siesta casi obligatoria en Catalunya se vuelve al bar. Si entras a la tarde te podes llegar a enterar de la vida de los vecinos. Es un espacio social donde además de los habitué pasa algún que otro forastero a tomarse su trago. Los primeros son los que le dan al lugar las actividades diarias que puede tener la vida de un padre, madre, trabajador, niños, una vecina cualquiera, una persona como vos y yo, pero con la diferencia de lo que se puede hacer en la casa ellos lo trasladan al bar.
A la noche se puede ver desde la vereda pantallas encendida de color verde, es que como casi siempre hay fútbol los aficionados llenan esa cancha de botellas y mesas para disfrutar del match. Pero también se juntan lo vecinos a tomarse una antes de cenar, luego, antes de dormir, o simplemente para brindar porque se termino la jornada.
Esta dinámica en la vida de las personas y la presencia que tienen los bares responde a una costumbre en la vida de los catalanes, lo que genera un clima particular que solo se encuentra entre cañas y bocatas de anchoas. Como dicen Symns “el bar es el bosque que le queda a la ciudad”.
Kro Nopio